Inteligencia Emocional

Verano de baja tensión

¿Sientes que el día te puede? ¿Quieres bajarte de la rueda de tu vorágine cotidiana? ¿Tus nervios pueden contigo? El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de cierta demanda incrementada.

El estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. Entonces, si es así ¿por qué percibimos al estrés como algo nocivo? ¿Por qué tememos al estrés? ¿Por qué le hemos dado tan mala prensa? Pues porque este mecanismo de defensa puede acabar desencadenando problemas graves de salud y esto depende de las circunstancias bajo las que se desarrolle tu vida. Estas circunstancias están relacionadas con el entorno físico en el que vivas, con el tipo de trabajo que realices y el clima que lo envuelva, con tu marco afectivo, con las costumbres que tengas, con el tipo de alimentación que lleves, con los horarios que sigas y, sobre todo, con la manera en la que interpretas los acontecimientos.

Cuando esta respuesta natural del estrés se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión, igual que sucede con las subidas de luz, que repercute en el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades, alteraciones y anomalías que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo. Seguramente estos efectos del estrés te serán muy familiares: olvidos de todo tipo, alteraciones en el ánimo, nerviosismo, malestar, falta de concentración o dificultades a la hora de conciliar el sueño.

¿Y dónde notas de forma concreta los efectos del estrés? En tu día a día. No aguantas nada, ni siquiera una broma. Todo te lo tomas a la tremenda. Antes de que tus hijos te digan nada ya les estás gritando, te enfadas con tu pareja por asuntos menores, escuchas un comentario en la radio y o en la televisión que no entra dentro de tu esquema de pensamiento y te aceleras, sacando de quicio tu opinión. Si te ves reflejado o reflejada en alguna de estas circunstancias, que simplemente son unos cuantos casos de la larga lista que podíamos confeccionar ahora, tienes que tomar las riendas y hacer algo para liberarte de esa cárcel estresante porque tomar la iniciativa es de inteligentes.

Durante las vacaciones tienes la oportunidad de cambiar de aires y dejar de lado la rutina. Aprovecha para acostumbrarte a meditar diez minutos cada mañana mientras respiras tranquilamente, observa tus comportamientos cotidianos y anota las emociones asociadas en un diario para llevar una contabilidad emocional, sé flexible en cualquier situación en la que notes que te vas a enfadar e intenta entender que nada es un boicot en tu contra y por encima de todas las cosas sonríe y confía en la vida. ¿Hace cuánto que no te dedicas a ti?

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